QUE ÉS LA VIDA SINÓ UN BATEC D'AMOR ( QUE ES LA VIDA SI NO UN LATIDO DE AMOR )

jueves, junio 22, 2006


JORNADA DE COMADRONAS SOBRE LA SITUACION LABORAL ACTUAL Barcelona 21 de Junio del 2006 promovida por el Colegio Oficial de Enfermería de Barcelona.

Me ha sido imposible escribir en este mes y un poco más tengo varias ideas, pero este verano espero disponer de más tiempo para escribir y desarrollarlas, por ahora la asistencia (entre otras cosas) a la Jornada profesional (sobre el encuentro feminista queda pendiente la síntesis).

Me había invitado la vocal de la comisión de comadronas del colegio a hablar sobre la profesión y cuando me conto la idea tuve claro que la asistencia sería mayoritariamente de las comadronas más inquietas y de algún modo más comprometidas, aunque sea en el deseo de hacer las cosas bien. Así desarrolle una ponencia donde pudiesen sentirse referidas e increpadas todas las profesionales que hacen de nuestro trabajo una realidad en el mundo. Intentando a la vez ofrecer algún tipo de belleza verbal y con palabras a nuestra labor, esfuerzos y miradas al futuro. La mujer en primer lugar, la creencia de que ese encuentro profesional motivado por su salud procreativa, será fructifero para ambas y el goce de vivir eso; han sido los tres pilares de mi discurso que transcribo literalmente para quien quiera leerlo.
Ruego por varios plagios que se han dado ultimamente en relación a mis textos que si se desea su uso (que no tengo problema) se añada la referencia del autor (en este caso yo) y como mínimo el año en el que fueron escritos (lo ortodoxo sería dar la referencia completa para su localización facilitando al lector nuevas vías) Y lo pido porque el modo de prestigiar a una profesión es poner en relevancia a los colegas, amén de que es más científico para conseguir espacio en el mundo profesional. No se pueden desperdiciar nuestras oportunidades de decir y en ello construir en lo dicho de otras para nuevas una genealogía particular.
Espero también que si os gusta o os sugiere algo el texto me lo comuniqueís a mi correo electrónico: adelavidal@gmail.com.

JORNADA 21 DE Junio 2006 12,30h
Nous marcs de referencia en la professió COIB

Buenos días, agradezco de entrada a Silvia y ante todo a ella por su demanda que me ha animado a venir hoy aquí.

Me ha pedido que hable de la partería, de nuevos marcos de referencia; en el fondo de cierto simbolismo de las experiencias de inteligencia y sabiduría femeninas que devienen de nuestro trabajo.

Tenemos un conocimiento experimental común pero necesitamos un cierto nivel de conciencia y compromiso. Como dijo Carmen Gómez en la despedida de las comadronas residentes de la promoción de este año 2006 este mes Mayo en el paraninfo: “las comadronas deben estar comprometidas en la buena praxis e implicadas en los cambios”, pero a mí me gustaría añadir que para que las comadronas se sientan protagonistas también en la Universidad, en el Hospital y en cualquier ámbito, se necesita que el conocimiento también nazca de ellas y para ello, para que sientan que pueden transformar el conocimiento universitario, tienen que fertilizar sus espíritus para crear sabiduría: y eso no se consigue en la marginalidad, en la oposición o en la contraposición, porque estas tres opciones no permiten entrar en relación con lo otro, con la otra, con la realidad y por tanto sin relación es imposible que fluya y se cree algo nuevo, por que no es que las usuarias participen para promover cambios y reivindicar el parto normal, sino que debemos trabajar con ellas y para ellas y eso significa un cambio de posición, de actitud y una nueva visión

Las comadronas estamos en contacto continuamente con el fundamento y la exaltación humanas, es decir con el fuego profundo que emana de un poder evidenciado en todas las cultural y religiones. Hay quien dice que es todo lo relativo al Eros (no por azar erótico viene de allí mismo).
Y nosotras podemos hacerlo, por que las comadronas hacemos mediaciones femeninas con autoridad para que las mujeres se hagan intocables a las presiones científicas, sabiendo utilizar los recursos médicos y terapéuticos disponibles (esta es la diferencia entre utilizar y ser utilizado). Por que sabemos y sabemos hacer, encontrando el gesto y las palabras en el momento justo, más allá de los protocolos y las medidas a partir de una relación viva, inteligente y amorosa con las otras mujeres.

Tenemos un problema, en decir lo que es, lo que somos, es decir, explicar epistemológicamente nuestro sentido como profesionales, para hacer coincidir las palabras y las cosas. Esto es hacer o tener simbólico propio. Pero aún siendo esto fundamental, también estamos obligadas a superar el TENER, para poder evolucionar y evidenciar lo que somos como profesionales de la partería. (A mí personalmente no me gusta la palabra matronería, por ello hablo de la profesión de partería) Desde ese tener: reivindico el espacio que nos es propio y la recuperación del sentido que antaño dio luz a la profesión: la asistencia y el acompañamiento del parto eutócico. Por que así, la asistencia primaria tiene sentido cuando ofrece su poder a la asistencia terciaria, permitiendo que las mujeres acudan soberanas de lo que les acontece y esperan encontrar. Espacio donde los elementos corporales, emocionales y sensitivos tienen cabida ofertadas por otra mano femenina.
Y por ello, lo primero que debería hacer mención es a nuestra radicalidad en no aceptar actitudes y posibilidades de intrusismo profesional en el alegato a la fisiología de lo que nos es propio para las comadronas.

El compromiso de nosotras mismas no se basa exclusivamente en adquirir un mejor status en el cuidado –trabajamos con personas sanas- sino en vivir nuestra profesión con ilusión y renovación diaria. Es imposible cambiar nada si no es a partir de una misma, de la propia entrega, de la capacidad de decir, expresión personal de un modo de hacer. Las comadronas nos tenemos que creer que tenemos poder y hacer uso de él y una vez hayamos puesto en práctica ese tener alcanzaremos otros espacios sobre que lo somos en realidad.

La profesión está en un momento clave, hace pocos días una enfermera me contaba que en su país la partería había alcanzado el grado de licenciatura al margen de la enfermería y de la medicina y sus integrantes habían quedado diluidas en sí mismas (en su tener) pues habían sido incapaces de demostrar su necesidad práctica, su eficacia científica, su imprescindibilidad relacional y estaban sumidas en una negación social y asistencial difícil de remitir. Y ello tiene la causa en el acomodamiento de cada integrante del colectivo para su propio fin. No sólo se necesitan líderes, respetadas e inteligentes para defender un espacio, sino profesionales de base, anónimas que se crean lo que hacen y crezcan haciendo su trabajo, evidenciando que también en ocuparse, “darse” a los demás esta escondido un secreto fundamental para una misma.

Palabras, aperturas, conceptos puestos al frente para hacer camino y conseguir un nombre propio. Y solamente es posible eso, si tenemos a las otras mujeres, a la otra en cuenta porque darle su poder significa adquirir nosotras el nuestro.
No se debe aceptar la fragmentación del cuerpo de las mujeres en el área procreativa, es necesario suscitar nuevas elaboraciones científicas y hacerlas circular en el espacio público.
Porque cada cual, recibe muchas veces lo que da en sus relaciones; y si hay escucha y acogida es difícil que no se de un buen intercambio.
Por que nosotras inexorablemente sometidas a un cuerpo, cada una, reencontramos en las otras lo que somos y en ese eco inicial surge el impulso para salir de la esterilidad, el hastío, la rutina y concebir otro modo distinto de hacer renovado en cada ocasión.
Además el tacto permite decir las cosas en palabras, posibilitando la posesión de un cuerpo real y por tanto ofreciendo otra comunicación también desde lo corporal.
Y por todo ello es preciso ofrecer una nueva vía de trabajo no sólo centrado en la acción sino también en la reflexión y en el pensamiento para poder inventar nuevas prácticas del hacer.

La cita de hoy la motiva la fragilidad de nuestra satisfacción personal, la consecución de mayor solidez y la necesidad de acrecentar nuestro entusiasmo. Lo cual comporta que cada una, cada vez que piense en sí misma no olvide el porqué de su labor, los ideales que en algún momento imaginó, el interés inicial de su incorporación a este terreno asistencial, sueño de un cambio presente, de una realidad creada por cada una en cada actuación profesional sea donde sea.
Por ello abogo por que reintegremos el papel de la variabilidad individual en cualquiera de nuestros encuentros terapéuticos, atendiendo tanto a las necesidades corporales como a las educativas de cualquier usuaria; y que nos situemos para ello lejos de una persistente, servil y aprisionante subalteridad al médico, porque ello es lo que va a determinar nuestra capacidad de impartir cuidados de calidad en el área materno-infantil.
Y aquí cabe plantear qué ocurre con las mujeres inmigradas, sus necesidades de asistencia, sus exigencias de atención sanitaria, su idiosincrasia, sus expectativas, posibilidades y recursos y también con los nuestros en referencia a esas nuevas cargas laborales que padecemos y sostenemos.

Somos más poderosas de lo que nosotras mismas nos creemos, capaces de actitudes activas y atentas, para permitir que los potenciales sean realidades
Sostenemos relaciones terapéuticas en los encuentros donde se produce la mediación del conocimiento y la práctica particular. Dos mujeres, con su cuerpo, su historia única y por tanto las emociones de ambas, sean de tensión, irritación, atracción, simpatía, brusquedad o agresividad porque las dos sienten. Las comadronas somos solidarias y cómplices de procreaciones fundamentales para el futuro, la especie, para las mujeres y sus familias.
Pero como somos profesionales precisamos cierto orden: en relación a nuestro objetivo: las mujeres; cierto medio: su salud procreativa; cierta fuerza: la perseverancia serena; cierta creencia: la capacidad de las mujeres para ser adultas, capaces de tomar decisiones y llevarlas a cabo y cierta creatividad: formularnos hipótesis para investigar lo que necesita la partería y también las mujeres en referencia a su salud procreativa.

No podemos ser nosotras, las comadronas, quienes neguemos la capacidad procreadora femenina, es decir, la capacidad del cuerpo de las mujeres de crear la vida humana (cuya mediación es el coito con el otro sexo), ya que por lo que sabemos podemos poner en juego nuevos conceptos para el simbólico humano.
Eso significa evidenciar que no solamente es decible lo que está científicamente comprobado, que en realidad nosotras sabemos qué hacemos y por tanto no debemos de dejar que la ciencia y la técnica (garantes de lo simbólico desde un punto de vista masculino) nos dejen sin la posibilidad de decir, aún entrando a veces en cierta contradicción, lo que sabemos – del orden de la sabiduría y no del de la ciencia- porque es la nuestra, una orientación de conocimiento basada en la experiencia (íntimamente ligada a lo corporal), orientación por los sentidos y que no prescinde de la razón , pues usamos las palabras como expresión racional y esto es hacer conocimiento y ciencia de mujeres.

Sabiduría de la experiencia, fuerza de la tradición, belleza en la acción, pilares que todas las comadronas poseen, acreditan y simbolizan y en las cuales deben apoyarse para crear, para recrear un espacio nuevo cada día en su relación con las otras mujeres, en su relación con el equipo de salud al cual pertenecen, en su relación con su propio devenir y su compromiso profesional.
Todas las comadronas, tanto las hospitalarias como las otras, deben sentir que sus decisiones son importantes para toda la profesión y sintiendo a la vez que lo que ellas necesitan para mantener su pensamiento profesional es lo que es adecuado para todas sus colegas. La reflexión y la conciencia es lo que nos distingue de otros mamíferos; y además aún, en este momento, las comadronas, más que nunca, tenemos eco en el mundo médico y científico.

Inicios del siglo XXI: almendra de nuevas luces, tiempo de hoy donde las mujeres no se conforman con cualquier cosa, ni las mujeres usuarias, ni las mujeres profesionales.
Búsqueda de nuevas satisfacciones y horizontes, juventud contagiosa de nuevos impulsos en el recuerdo presente de una profesión antigua y sabia.
Sabéis que embriológicamente el bloque uro-genital, es de la misma estructura fundamental que el bloque audio-vocal situado a nivel cerebral. Escucha diferenciada de la voz; función renal distinguida de la genital; triangulo superior e inferior que permiten en ambos casos el encuentro con los otros y con una misma.
Y eso requiere conciencia y entrega, no es trivial, ni banal, no hablo de actitudes de protección hacia las mujeres, no hablo de éticas, ni morales, no me refiero a ocupar su lugar, si no al contrario, hablo de una soledad compartida, de un sendero continuo, de una emoción vinculante, de un sentido común en clave femenina.
Reino particular, donde el poder se manifiesta para desarrollar nuevas vías de sentido; gozo de saber y de saborear la inmensidad de nuestra propia capacidad de ser dos, desarrollada también como comadronas en nuestra profesión.

Mejorar la calidad asistencial implica partir de nosotras mismas, planteando la necesidad de intercambiar experiencias, de debatir protocolos y prácticas asistenciales, de compartir abordajes a diversos casos clínicos, de tener voz propia. Es necesario estructurar con urgencia sesiones clínicas para nuestra profesión y secundariamente con y en los equipos asistenciales. Y no para plantear cuestiones demagógicas sobre el tipo de parto, por ejemplo (quién me conoce sabe que no estoy de acuerdo con ello, pues pienso que partos hay muchos tantos como mujeres pariendo) si no que hablo de cuestiones profesionales sobre encontrar nuevos horizontes. Abrir puertas para dibujar espacios profesionalmente más gratificantes y así poder ofrecer la mejor asistencia sanitaria de la que somos capaces a las mujeres que precisan nuestros servicios sean del tipo que sean.

Las sesiones de trabajo internas permitirían “auditorias” (si se me permite el vocablo) de nosotras mismas, de las concepciones asistenciales, del abordaje de la sexualidad, de la gestión de la promoción y prevención en salud procreativa.
Me refiero por ejemplo, a la mal llamada prevención de las neoplasias mamarias en lo que en realidad es diagnostico precoz, donde sorprendentemente todavía no existen marcadores tumorales, es decir cribajes analíticos sensibles análogos a los prostáticos.
O se podría hablar del concepto de prevención secundaria – si entendemos la primaria centrada en la información y la educación sanitaria-, la secundaria podría abordar, por ejemplo, las dificultades para la toma de decisiones en sexualidad y prevención desde riesgos procreativos –píldora del día siguiente- hasta la detección con respecto a los problemas derivadas de las conductas de riesgo.
O bien desde otro punto de vista, conocer cuál es en realidad lo que les preocupa a las mujeres peri-menopáusicas.
También cabría replantearse replantear la pertinencia de muchos de los objetivos y de la metodología de la educación sanitaria que se imparte y así poder diseñar estrategias propias para la recreación del programa y del panorama en fertilidad y procreación.


El cambio parte de que nuestra profesión debe enfocarse en la mujer; pilar fundamental de todas las profesionales que hoy me escuchan. Y os lo tenéis que creer y así cada una, enfocarse de otro modo; de nada servirá legalizar las opciones de las mujeres, hacer planes de parto, obligar a dar información si las propias comadronas no se creen que son las responsables de conseguir un bajo riesgo y de atender a las mujeres en sus requerimientos de salud procreativa sean de conocimiento y control de la fertilidad o de asistencia en su gestación, parto y pos-parto.
Para ello las reuniones de trabajo para discutir y reflexionar propuestas propias de cambio para mejorar la asistencia prestada, la satisfacción en los servicios y la auto-gratificación profesional, para transformar el conocimiento propio en conocimiento científico de partería. Y eso se consigue cuando desde el lugar que cada una ocupa, su experiencia y los deseos de las mujeres ofrecen nuevos sentidos y toman lugar en la realidad.

Es urgente no dar crédito a lo que no tiene lugar para las comadronas. Es decir no oponerse a nada sino situarse de otro modo con respecto a la tecnología, a los requerimientos asistenciales. Si no ocupamos nuestro espacio teniendo el cuidado de las mujeres como el primer y más alto objetivo de nuestro quehacer, trabajo, acciones, determinaciones y disponibilidad energética. Ese vacío que dejamos lo ocuparan otros sean psicólogos clínicos, enfermeras perinatales o incluso caricaturas de nuestra profesión que nos suplirán en la demanda asistencial de nuevos horizontes.
Conseguir disminuir la morbi-mortalidad materna y perinatal no puede comportar perder sentido de nuestras relaciones terapéuticas y de nuestra significación nacida de la experiencia con mujeres, de nuestra fuerza en el mantenimiento invisible de la vida, de nuestra capacidad para convertir lo posiblemente arriesgado en una experiencia de crecimiento y desarrollo femenino; nuestra mediación con y entre las usuarias en el área procreativa.

Se pone en juego en estos momentos: nuestra capacidad en la espera, del tiempo que requieren las mujeres, nuestra escucha a las demandas y las necesidades de esta, nuestra destreza para revertir lo que muchas veces nosotras mismas hemos fomentado de abandono de lo que nos es propio como mujeres y de lo femenino -nuestra capacidad procreativa-.
También está en revisión nuestras habilidades manuales para demostrar que es posible otro modo de hacer, nuestra capacidad emotiva para ofrecer soporte y cuidar los pilares de cualquier encuentro: presentarse, llamar por el nombre, llamar a la puerta, pedir permiso, mantener promesas dadas, no mentir, garantizar la privacidad, ser discreta y también nuestra eficacia también medida en la satisfacción propia y en la de las mujeres que atendemos.

Pienso que somos muy buenas profesionales, demasiado porque nos quemamos en el exceso de control y de eficiencia desde cualquier punto de vista. ¿Si no como se entiende lo que sostenemos en el área clínica con las cargas laborales que padecemos?
Las presiones asistenciales a las que las comadronas estamos sometidas hace ficción la realidad, amalgama ideología, situaciones, emociones y deseos que hace que no se pueda distinguir la vigilia del sueño y así nos sentimos confundidas en el campo profesional.
Porque la realidad habla de que nuestros esfuerzos no son suficientes para suscitar mejores imágenes de nuestro trabajo y de nosotras mismas, para provocar impactos favorables en las mujeres y en sus experiencias de maternidad, lo que quiere decir que algo debe cambiarse en lo cotidiano y no debe solamente de ser variado institucionalmente sino en el compromiso de cada una de nosotras.
El otro día leí en una crónica periodística firmada por Manuel Vicent (EL PAIS 4 de Mayo Viernes) que en esta vida las personas se dividen en dos: profesionales y no profesionales. Los profesionales son los que posibilitan que esta vida transcurra con rigor y suavidad en cualquier momento, son personas que cumplen con su deber, su compromiso con los demás y con el lugar que les corresponde haciendo su trabajo con “normalidad”.
Para nuestro caso, cabe añadir si las mujeres en trabajo de parto deben estar situadas cercanas a lo más profundo de si mismas, lo que incluye el cerebro primitivo y el sistema límbico; las comadronas ahora más que nunca deben disponer de un buen cortex donde reside la inteligencia, la captación de los matices y el control de la realidad.

Es urgente reflexionar y debatir el trabajo en el área asistencial y para ello me atrevo a estas recomendaciones:
- Es preciso diferenciar los hechos de la realidad , como diferentes opciones de los prejuicios
- Necesitamos obtener la máxima información propia posible para entender la realidad y lo que se espera de nosotras
- Reflexionar que grado de flexibilidad tenemos y tiene el servicio que ofrecemos
- Replantearnos que modelos de atención brindamos y que coordinación y coherencia existe en la realidad asistencial.
- Facilitar la visita institucional a las mujeres y los encuentros personales para informar de los mínimos protocolos asistenciales intentando llegar acuerdos
- Tener la opción de organizar encuentros laborales entre el equipo de partería para discutir: . las tomas de decisiones y sus consecuencias /// Que situaciones son problema para las comadronas /// Cuales son las alternativas que se pueden utilizar y su eficacia clínica /// Que actividades se deben promover para la satisfacción de las usuarias y de nosotras las profesionales


El libro que edito el Colegio hace un año reunía por escrito muchas ideas para ubicar a la profesión en este inicio del siglo XXI.
En resumen para la charla de hoy creo que resaltaría estos planteamientos:
. Que el objetivo central de nuestra profesión son las mujeres en relación a su posibilidad procreativa. (a todo lo largo de su vida, desde la adolescencia hasta la menopausia)
. Que somos unas referentes en fisiología procreativa (o deberíamos serlo)
. Que nos basamos en la escucha y en la comunicación para establecer nuestros vínculos con las mujeres
Lo que quiere decir que:
. Tenemos capacidad de tomar decisiones con respecto a lo que quiere y necesita la mujer, teniendo en cuenta los servicios y las posibilidades.
. Tenemos capacidad de delegar tareas sobre todo las que no nos vinculen directamente con la mujer.
. Podemos evaluar nuestras acciones, la pertinencia de nuestras iniciativas y que tenemos el derecho a equivocarnos.
Y que debemos consensuar una base teórica como referente que describa y explique la realidad que nos atañe con la intencionalidad de predecir desde el punto de vista propio cual es nuestra praxis profesional.




Solo es posible nuestra autonomía como profesionales y sobre todo si sale el proyecto de estudios universitarios propios en el compromiso de sostener el vínculo con lo fisiológico y lo particular de cada mujer porque ello significa mantener el fuego de la vida, dar valor e importancia a las mujeres en sus posibilidades y capacidades y evidenciar la necesidad de reencuentros asistenciales para mejorar la calidad y la satisfacción con relación a la salud procreativa.

Ocuparnos de lo privado nos exige a la vez exteriorizar lo notorio de lo particular, porque lo personal trasciende y se convierte en político. Política de mujeres para reconocer y ofrecer visibilidad a lo que sostiene la vida y la perpetua.
Desde dentro como origen, en el compromiso de cada una para ir a lo público, al exterior, para que nuestro trabajo adquiera resonancia social y valor terapéutico.
Valor genuino de nuestras capacidades profesionales en partería para la disminución de la morbi-mortalidad femenina y perinatal, sosteniendo a la vez la satisfacción de ser mujer. Porque no sólo nuestro trabajo se organiza en lo profundamente humano (en la igualdad de razas, culturas, condiciones sexuales y de género) sino que evidencia la fuerza y las posibilidades femeninas de fortaleza en salud y de goce sexual, en ofrecer espacio a la subjetividad como pilar de conocimiento y de recreación cotidiana.
Las comadronas podemos evidenciar que también pueden categorizarse las relaciones terapéuticas en ese espacio llamado “estar en relación y disfrutar de la relación en sí”, lo que me permite hablar de autoridad femenina reivindicando un saber y una posición de rescate de lo femenino y de la genealogía femenina como pilar consubstancial y coesencial de la vida humana.

El trabajo de las comadronas es una lectura sin interpretación de cualquier mujer, de su decir de sí y del mundo pero atención con los obstáculos y con cierto enmascaramiento pues es preciso interesarla, reanimarla, reofrecerle el gusto por la vida, la apuesta por el darse y sobre todo hacerla sonreír y reír para así también aprender a reírnos de nosotras mismas.
Cercanas al cuerpo sin prohibiciones, para rediseñar paisajes y que puedan abrirse caminos a la libertad femenina ofreciendo pistas al pensamiento para pensar el sentimiento.

Muchas gracias por su atención.